Un paseo por la playa, con los pies descalzos y el pelo suelto, fue la propuesta de Chanel para su colección primavera-verano 2019, que presentó hoy en el Grand Palais de París transformado en un caribeño paisaje paradisiaco.
El diseñador Karl Lagerfeld sucumbió a una cierta naturalidad en los estilismos, poco frecuente en sus colecciones, pese a los imprescindibles trajes en tweed y vestidos de lentejuelas que combinó con sandalias planas de piel y PVC transparente con el logo de la casa, que las modelos llevaron agarradas en la mano.
De ahí que las tops, entre las que se encontraron Kaia Gerber, Lia Pavlova, Edie Campbell, Adut Akech o Vittoria Ceretti, pudieran incluso caminar por la orilla de la playa que Chanel creó expresamente para la ocasión, reconstruyendo incluso la arena, la espuma y el sonido de las olas.
Un enorme lienzo recreaba un paisaje de acantilados en el horizonte para recordar uno de los lugares favoritos de Coco Chanel, que abrió sus primeras tiendas en las costeras Deauville y Biarritz, y pasaba buena parte del año en «La Pausa», su villa de Roquebrune-Cap-Martin, en la costa del sudeste francés.
El desfile arrancó con dos estilismos clásicos en color hueso y en beige, compuestos por falda a media pierna, chaqueta larga marcada en la cintura con un cinturón de piel y, como apuesta en accesorios de la temporada, dos versiones en mini del bolso acolchado 2.55 con cadena de perlas, que se llevaron cruzados.
En la eterna renovación del traje tweed, uno lo de los iconos de Coco Chanel que más fronteras y décadas ha traspasado, Lagerfeld propuso abrir las faldas en los laterales para facilitar el movimiento.
A partir de ahí, el alemán se permitió algunos golpes de tendencias, como mallas negras a media pierna (los míticos «leggings» desterrados hace años al cajón de la ropa deportiva), que combinó con amplísimas chaquetas masculinas de corte recto, y un modelo más corto de malla a la altura del muslo, tipo ciclista.
En este último día de desfiles de París, solo faltaba Chanel por incluir esta prenda y confirmar que la equipación de ciclista será la tendencia a incorporar en el armario de cualquier amante de la moda el próximo verano.
Virgil Abloh, el nuevo gurú de la industria que dirige desde este año las colecciones masculinas de Louis Vuitton, incluyó las mallas en su marca Off-White, en la línea primavera-verano 2018, y, después de un prematuro éxito, los grandes nombres de París, Milán, Londres y Nueva York se han subido al carro.
En Chanel, además de las mallas y el bolso acolchado cruzado, se vieron otras prometedoras tendencias juveniles, como los sombreros y gorras de paja con ala ancha, tirantes a base de piedrecitas de mar, pantalones vaqueros caídos, más bien masculinos.
El mini acolchado de cuero también se llevó como riñonera en un estilismo bastante «vintage», con rebecas de punto cortas marcadas con el logo en el pecho y maxipendientes con letras en los que también podía leerse Chanel a base de cristales y pedrería.
En la paleta de colores dominaron el crudo y el negro, que impregnó los vestidos de noche a base de organza, seda y lentejuelas, y el camel para conjuntos de falda y top en punto, o el color verde mar, amarillo y rosa pastel.
La «maison», fundada en París en 1910, incluyó un estampado inspirado en las clásicas sombrillas playeras a rayas, que a base de repetirse en vestidos y chaquetas, parecía convertirse en flores de camelia, uno de los símbolos de Chanel.
El amplio tamaño de la instalación permitió acoger a miles de invitados y ampliar la primera fila, en la que no faltaron las incondicionales de Lagerfeld, como las modelos Inès de la Fressange y Caroline Maigret, la cantante Vanessa Paradis, el músico Pharrell Williams con su mujer, Helen Lasichanh, y la actriz Pamela Anderson.
Tras un carrusel final con las modelos paseando de nuevo de la mano por la orilla, Lagerfeld salió a saludar acompañado en esta ocasión de su número dos, Virginie Viard, directora del estudio de la firma.