La mascarilla se ha convertido en un complemento habitual por la pandemia del Covid-19, pero todavía presenta inconvenientes que dificultan la vida de algunos. Es el caso de las personas sordas que necesitan leer los labios para relacionarse. Un nutrido grupo de voluntarios de la zona del Val Miñor (Pontevedra) planta cara a esta barrera con aguja, hilo y un plástico transparente.
Se conocieron a través de una página de Facebook en la que compartieron sus ganas de ayudar y su arduo trabajo empezó con la confección de mascarillas corrientes, con tela. Uno de ellos, David, cogió las riendas de la logística y la comunicación para repartir los elementos protectores y llevar las telas a las costureras.
En este equipo solidario, de una veintena de personas, está también la modista Nieves Comesaña, que regenta una mercería en Gondomar con un taller de costura, en el que sus alumnas se sumaron a la causa. La peluquera Gemma Valverde, que estudió hace años Corte y Confección, fue de las primeras en unirse.
La idea la tuvo ella en un día de costura en el que, experimentando con los materiales, «de repente» se preguntó cómo se desenvolverían las personas sordas que no pueden leer los labios ahora que están tapados. E hizo la primera mascarilla transparente.