Durante miles de años, los restos de estos y otros animales permanecieron ocultos hasta que, en 2012, los trabajadores de la cantera de Kobate, en Arrasate (Guipuzkoa), tras realizar una voladura de parte del terreno, descubrieron abundantes restos de fósiles ocultos en la zona.
Un año después se realizó una excavación en este yacimiento, bautizado como Artazu VII, y sus fósiles fueron analizados por un equipo multidisciplinario de la Universidad del País Vasco UPV/EHU, formado por investigadores del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología y del Departamento de Estratigrafía y Paleontología.
De acuerdo con la investigación, hace 100.000 años, este yacimiento fue una sima que funcionó como una trampa natural en la que los animales caían casualmente, por lo que este lugar es un fiel reflejo del tipo de fauna que habitaba la zona y, por tanto, un yacimiento de gran interés paleontológico y paleoecológico.
Especies de micro y macrovertebrados
El estudio preliminar realizado por los investigadores de la universidad vasca y publicado en la revista científica Comptes Rendus Palevol, determina que Artazu alberga al menos cuarenta especies de animales entre micro y macrovertebrados.
El estudio describe la presencia de especies que actualmente están extintas o que, por desplazamientos geográficos, ya no están en la zona, como el león de las cavernas (Panthera spelaea), el leopardo (Panthera pardus), el bisonte estepario (Bison priscus) o el ciervo común (Cervus elaphus).La mayoría de los restos se han recuperado enteros o con fracturas provocadas por la caída en la sima, por lo que muchos de los huesos se han preservado en conexión anatómica.
Además, la investigación liderada por la investigadora predoctoral Aitziber Suárez Bilbao y llevada a cabo en los microvertebrados (mamíferos, anfibios y reptiles) ha permitido constatar los eventos cálidos y cambios climáticos que se registraron tanto a escala global como regional en el momento del relleno de la sima.
Los yacimientos del Pleistoceno Superior sin indicios de actividad humana como Artazu VII son muy escasos tanto en la región cantábrica como en el resto de la Península Ibérica, especialmente los que poseen una gran abundancia y riqueza de especies con un estado de preservación tan excepcional como este yacimiento vasco.