Cómo salvar a las 34 islas que se quiere tragar el Océano Pacífico 

Kiribati es uno de los muchos oasis que existen en la región del Pacífico Sur. Este pequeño archipiélago está formado por 33 atolones coralinos y una isla volcánica. Se trata de un país democrático, desde que obtuvo su independencia en 1979, y acaban de elegir (por mayoría) al quinto presidente de su democracia, Taaneti Maamau. Su capital está situada en el atolón de Tarawa y, en total, el país cuenta con una población de unos 103.000 habitantes, con un alto porcentaje de aborígenes. Por su exótica localización, clima y aguas cristalinas, hace unos años, ingenieros de Emiratos Árabes Unidos erigieron allí la isla artificial más grande del mundo.

Varias islas de la zona del Pacífico Sur viven bajo a amenaza de ser arrasada por el océano 

Pero este paraíso natural, digno del la portada mejor catálogo de vacaciones, vive desde hace unos años pendiente de una peligrosa amenaza, ya que se trata de una de las zonas del mundo con mayor riesgo de ser arrasadas por la subida del nivel del mar, provocada por el cambio climático y el deshielo de los Polos. No se trata de un hecho desconocido, sino que las autoridades locales e internacionales estudian ya un plan de acción para salvar a estas 34 islas de ser arrasadas por el mar.

  
La mayoría del territorio kiribatiano se alza menos de dos metros por encima del nivel de las aguas. Esto ha provocado que los acuíferos de agua potable hayan sido contaminados casi en su totalidad por la entrada de agua salada, lo que imposibilita la actividad agrícola. Por otro lado, los diques tampoco soportan el envite de las olas y las inundaciones son cada vez más frecuentes.

Cada vez queda menos agua potable y los diques apenas pueden contener las mareas

El proyecto para salvar estas 34 islas de ser arrasadas por el Océano Pacífico está siendo ya estudiado y cuenta con un presupuesto estimado en 100 millones de dólares (casi 90 millones de euros). La principal solución que se baraja es elevar la altura del terreno de manera artificial, dragando de lagunas internas para extraer la tierra necesaria. Una solución que también se podría aplicar a otras islas amenazadas con el mismo problema en la zona del Pacífico Sur, como las Islas Marshall, Tuvalu o Tokelau.

  
Aunque la complejidad técnica que entraña esta operación y la posible vulnerabilidad que pueden tener las nuevas construcciones hacen que también se planteen otras alternativas como la migración de la población a un nuevo territorio para ponerla a salvo.

También se estudia llevar a la población a otras islas vecinas o a una plataforma artificial 

Por ello, Kiribati ya negoció, en 2012, la compra de 2.200 hectáreas de terreno en la isla de Vanua Levu (Fiji). Aunque las dificultades en las negociaciones con los países vecinos obligan estudiar otras propuestas, algunas dignas de las películas de ciencia-ficción, incluida la de trasladar a la población encima de una gigantesca plataforma flotante, similar a las que ensamblan las compañías petroleras para extraer crudo del lecho marino.

  
Los primeros cálculos estiman que en un plazo de cinco años podrían empezar las primeras migraciones, si no se consigue atajar el problema de forma inmediata, y en un siglo, el país habría quedado sumergido bajo la superficie del océano, aunque las autoridades se mantienen optimistas y confían en que la ciencia encuentre una solución válida que permita a la población seguir ocupando sus actuales tierras y vivir a salvo.

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