El abaratamiento eléctrico y del petróleo alivia los gastos del agricultor en gasóleo o fertilizantes, pero los productores relativizan el ahorro en las facturas durante la pandemia y lo atribuyen a factores como el clima o el menor consumo.
La tendencia a la baja de las fuentes energéticas, que repercute en la inflación y en el índice de precios de consumo (IPC), también se refleja en los costes agrícolas, y más en un sector económico en el que los márgenes de beneficios de sus profesionales son ajustados, limitados por el precio en origen de los alimentos.